Paso de odiar
Vaya semanita esta en la que “empieza una nueva era” con la segunda venida de Trump a la Presidencia de EE UU. El mangante llega provocando, sembrando discordia, llamando al exterminio de los palestinos y a la expulsión de los inmigrantes. Pero paso de odiar, porque ese es su juego.
Su amigo Elon Musk, el tecnotirano que me hizo abandonar Twitter después de una década en esa red social, se ha cubierto de gloria con su nada disimulado saludo nazi. Un símbolo de entrega de su corazón, creen algunos ilusos. No, es lo que es. Pero tampoco voy a odiarle por ello. Mejor ignorarle.
Salía anoche en defensa de Musk mi otrora admirado Iker Jiménez, el de los fantasmas. Viene ahora con que son “tontos” quienes critican a la tecnocasta, que ya quisiéramos ser tan listos y multimillonarios como Mark Zuckerberg o Jeff Bezos. Qué va Iker. No quiero ser como ellos, ni como tú. Tampoco quiero odiarte. Me decepcionaste poco a poco con tu giro a la ultraderecha, pero lo ignoro.
Tengo un buen día hoy y así voy a seguir esta semana. Me siento descansado y agradecido por la vida que tengo. Así que paso de odiar a nadie. Ninguno de estos me va a aguar la fiesta. Me voy a comer.